lunes, 13 de enero de 2025

PHILIP LARKIN; "ANTOLOGÍA POÉTICA".

Los caballos en el hipódromo, los novillos en el campo, los corderos aprendiendo a andar en la pradera y sobre los tejados las palomas. El sol envuelve todo, también la felicidad, el sol perfecto del verano. Fuera ataduras, gestos arrinconados, ausencia de ideales, lanzarse por el tobogán infinito de la felicidad; ¡ya está bien de tanta culpa del infierno!. 

La llegada del verano devuelve la felicidad de sentirse como un niño, difumina la distancia de todo lo que somos, percibe el vacío que resuelve todo lo que hacemos. Los ventanales de vidrio bañados por la luz naciente que destruye el interés de lo que ocurre a la sombra. Los días van pasando cada vez más deprisa, en ellos vivimos, de ellos hacemos nuestro memorial del acontecer del tiempo. Se acaba el verano, el gris triste del otoño deja atrás las tardes de sol, quedan atrás como una ruina, los lugares en los que siempre se acaba perdido preguntándose qué busca. Vuelta a la vida real, a los hechos sin disfraz, el retorno al trabajo, la única mancha en el paisaje es el trabajo, consume las mejores horas, los mejores días: el trabajo embrutece. 

Se miran desde la distancia los recuerdos de la infancia en lugar del nacimiento, donde todo empieza y uno aún no es nada. Recuerdos de juventud donde uno quiere ser él mismo. Se hace inventario: no tener esposa, no tener hijos, ni casa, ni tierras. No encontrar el lugar del que decir: este es mi sitio. Ni encontrar a la persona con la que compartir el apellido. El no encontrar obliga a actuar como si lo que se tiene es lo que se desea. Nada nos prepara para afrontar el temor de que somos tal como vivimos. La soledad no hay que buscarla es algo natural que todos tenemos, ni buena ni mala, pero mejor en compañía, para amar se necesita al otro. Las virtudes son todas sociales, si te impacientas por la soledad no eres virtuoso, cuando el deseo manda de poco valen las virtudes; lo que sobrevivirá a nosotros es el mito del amor. 

Los años nos van enterrando. Lucha inútil, trabada entre lo que se desea y el mundo deseado para ti. La vida da lo que vamos a conseguir nada más: obligaciones y miedos. El único fin es la vejez. Ser viejo es tener dentro de la cabeza habitaciones llenas de gente que no conoces, la enfermedad, babear, mearse encima y olvidar; ¿es mejor la vejez que morir?. Esperar la muerte, nadie puede escapar a la muerte infatigable, la pregunta del dónde, cómo y cuándo llegará. Nada más cierto que el escalofrío de que vamos a morir. Las palabras sencillas no mienten, no adornan las cosas, los pensamientos sencillos perduran. La vida primero es tedio y luego miedo. El hombre lega al hombre su miseria.