La Nada:
Si hace algunos años alguien me hubiese recomendado una lectura que hable de La Nada, poco o ningún caso le hubiese prestado. Hace algunos años La Nada estaba muy lejos de mi vida, ni me interesaba, ni me preocupaba. No quería que La Nada se entrometiera en mis asuntos, estaba convencido que podía salir adelante sin su amparo, sin su presencia.
Aunque me sentía lleno por dentro y por fuera, creía que estaba satisfecho, me engañaba. Siempre quería más y más; pero me fue mal, no alcancé casi ninguna de las metas que me propuse. Un día aprendí que El Todo material y espiritual no puede llenar la ausencia de La Nada. Era yo quien había estado lejos de La Nada, sin darme cuenta ella siempre había estado a mi lado.
Me enseñaron que las personas tenemos un cuerpo que vemos en el espejo y un espíritu que sentimos en el alma, y ambos debemos alimentarlos con El Todo. Sin embargo, aprendí con el tiempo (y en los libros), que somos nosotros quienes decidimos. Comencé una relación de amistad con La Nada y mi vida cambió para siempre.
Ahora lo único que puedo aconsejar por experiencia propia, es que nos acerquemos a La Nada, que nos demos una oportunidad para que nos guíe y nos ayude. Lo que busquéis en La Nada lo hallaréis.