Había un montón de huellas dactilares, salpicaduras y rastros de sangre, pero la policía nunca las vio; limpié el cadáver, la habitación y el baño antes de que llegaran. Mi trabajo consiste en destruir todas las pruebas ya muestren culpabilidad o inocencia. Y así fue como nos conocimos. En cuanto la miré, creí haber encontrado una mujer de naturaleza delicada, capaz de reconocer a un caballero de verdad, un caballero de los que le regalan flores, le abren la puerta y le colocan la silla; me enamoré de una víctima de asesinato que se levantó de entre los muertos para convertirse en mi esposa.