Yo, compareciendo personalmente como acusado ante este alto tribunal
y erguido ante vosotros poderosos, eminentísimos y reverendísimos señores;
he sido declarado por vuestro santo oficio
vehemente sospechoso de herejía por haber sostenido y creído que:
Dios es verdad frente a la mentira
Dios es duda frente a la certeza
Dios es libertad frente al sometimiento
Dios es solidaridad frente al egoísmo
Dios es justicia frente a la injusticia
Dios es igualdad frente a la desigualdad
Dios es tolerancia frente al fanatismo
Dios es valor frente al miedo
Dios es amor frente al odio
Dios es vida frente a la muerte.
Con sincero corazón y reafirmando mi fe:
Yo no adjuro, no maldigo y no detesto los anteriores errores y herejías,
y prometo que en el futuro los diré o afirmaré verbalmente o por escrito
siempre que pudieran dar ocasión a una sospecha similar
con respecto a la fe de mi persona.