Se acercan con notas de apagado cántico
los primeros días del invierno.
Balcones y ventanas cerradas
rostros iluminados por dentro.
Como simples almas cruzando los charcos
huyen los gatos de las esquinas del purgatorio.
Atrios vacíos de liturgias
piedras cenicientas y húmedas.
Una llovizna sutil difumina
la pálida luz del silencio.
De las puertas de las iglesias
salen bandadas de devotos
que abren sus paraguas
y desaparecen volando.