lunes, 2 de agosto de 2021

DÁMASO ALONSO; "HIJOS DE LA IRA".

El mundo siempre se agolpa igual, siempre es lo mismo, un lugar que ordena formas y colores, ordena aspiraciones tentadoras, la necesidad del futuro que llamamos vida, nada más. La vida es más fuerte que nosotros, Dios es más fuerte que nosotros. Suplicamos a Dios que nos libre del miedo de ser ignorados, del fantasma vengador que nos hunde en las tinieblas de la indiferencia, del horror al vacío de la nada, del amargo frío de la noche, de la carga pesada de la angustia, del dolor que crece, crece, crece, no para nunca de crecer hasta convertirse en un gigante de grandes ojos interrogadores. Arde el dolor en una hoguera de soledad. Suplicamos a Dios que nos libre de los tormentos, de todos los tormentos que no comprendemos o Dios no quiere que comprendamos. El hombre es un alma que alimenta la duda, una voz que expresa la queja. 

Ser hombre por encima de la soledad, de la melancolía, de la tristeza; por encima del odio que hiere la carne y empuja el alma a un pozo de miseria, por encima de la sombra gélida que purga su pecado sin amor y sin sueños, aire negro de sombras apiladas. Eterna promesa del remordimiento que unos claman y otros callan. Cansancio, enfermedad, mirador desde donde se divisa la muerte, la otra orilla, la última página de un libro que se acaba sin que nadie quiera. La muerte es el existir de lo que dejamos de ser. ¿Qué será de los muertos detrás de la calma de la muerte? La muerte es el único pórtico a la inmortalidad de Dios.  

Esperamos las voces que vuelven al final del día. La confesión que nos hacemos a nosotros mismos, avivamos la llama que arde dentro del corazón. Sentimos que la belleza del amor es más fuerte que nosotros.