Como tantas otras personas que en el mundo habitan, era adepto a las doctrinas exóticas e idealismos orientalistas. Sorprendido e incrédulo, surgían en él espontáneamente manifestaciones de carácter extrasensorial que le sumergían en las brumas del tiempo. Asimiló el insólito sueño del hombre de viajar al pasado. Guiado por la voluntad de su espíritu, durante horas visitaba diferentes épocas coleccionando hechos, ambientes y reliquias históricas. Nunca se lo dijo a nadie, ni siquiera a su prometida, se llevó el secreto a la tumba dos siglos antes de su propia muerte.