Los
rostros de nuestra tristeza
reían
juntos escondidos
tras
las sombras de la noche
Reían
tomados de la mano
con
la alegría de saber
que
se puede reír
después
de haber llorado.
Reían
con alegres voces
como
si hubiesen bebido
el
vino de la fiesta
Reíamos
juntos.
Tú
llevabas una diadema
de
flores sobre la cabeza
y
yo un corazón lleno de estrellas.