Como un meteorito despistado, una nave procedente del
espacio exterior se estrella en una granja colectiva de la Unión Soviética, en
algún lugar de Ucrania y no en medio del corazón rural de los Estados Unidos,
según cuentan otras historias. En ella viaja un solo pasajero, un enviado de la
galaxia con poderes que ya quisiera para sí cualquier atleta humano: ¡no es un
pájaro!, ¡no es un avión!, ¡es Superman!, con la hoz y el martillo en el pecho,
enarbolando la bandera comunista. El super astronauta de Stalin, el
estajanovista modélico, el camarada que convertirá a la URSS en la
superpotencia que ejercerá su supremacía en el mundo. Tiembla el bloque
capitalista y sus guardianes, la balanza de la Guerra Fría se inclina
descaradamente hacia uno de los lados.
Aunque bajo la mirada vigilante de la estatua de Lenin
declara que la política le aburre, al morir Stalin, Superman le sucede en el
poder, es proclamado líder único de la Unión Soviética. Preside el desfile en
la Plaza Roja de Moscú donde se muestra la imagen de un imperio indestructible,
sin embargo Superman no se considera un soldado, ni un arma militar, solo
quiere impartir justicia y ayudar a la gente, incluso a los que se consideran
sus enemigos, como corresponde al noble corazón de un superhéroe recto, amable
y generoso. Se extiende la revolución global, se calcula que hay seis mil
millones de comunistas en un mundo sin tragedias, sin disidencia, ordenado y
seguro. ¿Qué esconde la propaganda roja? En Estados Unidos están
desconcertados, sumidos en un caos de diván de psicoanalista; para
contrarrestar un poder con otro recurren a los servicios del científico más
brillante del mundo (según ellos) Lex Luthor, personaje estrella, orgulloso,
cruel, seductor y divertido, que salva a la nación de la bancarrota y el
declive; no lo hace por la gente, desprecia a la gente, lo hace por su odio a
Superman, se convierte en presidente de USA y emplea toda su inteligencia, todo
su ingenio, todos sus incansables esfuerzos en destruir a Superman, de
supervillano evoluciona a superhéroe por derecho propio. Verso anarquista de
toda esta distopía se presenta Batman, subversivo, dirigente de una
organización terrorista, obsesionado con derrocar el régimen soviético en
venganza a la muerte de sus padres asesinados por el KGB.
El mundo ya no es como nos lo habían contado, el bien y el
mal cambian de eje. USA es una célula cancerígena, violenta, gobernada por una
mente sin consideración por la vida humana que amenaza el orden global, y la
URSS es una utopía que vigila y controla gobernada por una leyenda cada vez más
oscura y menos idealista. ¿Cuál es la alternativa, si hay alternativa?