¡Vamos a divertirnos! A las pesadillas pongámosles sueños.
Que la noche sea de celebración, de gozo, una apoteosis interminable; la
transversión de las limitaciones que impone la realidad cotidiana, el reverso
del atroz contexto histórico en el que les ha tocado vivir a una generación de
jóvenes insatisfechos (¿Cuándo la juventud ha pecado de satisfacción?). La
extraversión del caos se adapta mejor a las necesidades expresivas de evasión
de la amargura, del desaliento, del hastío.
Entras por un jardín privado hasta una casa llena de
gente. Te dejas llevar en busca de la sorpresa, ¡sorpréndeme!, pero no hay
sorpresa, encuentras lo que esperas: música que suena a todo ritmo, chicos y
chicas bailando a todo ritmo, el alcohol bebiéndose a todo ritmo, sustancias a
todo ritmo, ligoteos a todo ritmo; humanidad que se reparte a todo ritmo por
salones, dormitorios, servicios, pasillos, escaleras, terrazas, ocupa cualquier
rincón; una plaga inmersa en el delirio festivo. Comparsas de personajes
excéntricos desfilan del desorden al descontrol, de la farsa a la burla
envueltos en la incertidumbre de lo fugaz, la sensación de lo efímero, las
risas de la esperanza, el ¡A vivir que son dos días de vino y rosas!
¡Damos la bienvenida a la amistad y al amor! Basta una
fracción de segundo para que la mirada encuentre la belleza, y el corazón el
amor pleno, intenso, apasionado; un delirio alocado si quiere usted, pero sin
perder la compostura que en el jazz la improvisación no está exenta de formas.
Mostrando seguridad, con autoconfianza; da su permiso mi ocupadísima
excelencia, venía a pedirle la mano de la mujer a la que amo, ruego me permita
cumplir mi sueño de casarme con ella. En horas de trabajo, asuntos de trabajo,
¿traen terminado el encargo del que se tienen que encargar?, entonces, vuelva
usted mañana, ahora estoy atendiendo una llamada de teléfono interminable o
reunido tratando un asunto estúpido. Víctima de la paquidérmica tiranía de la
burocracia funcionarial: oficinas, despachos, departamentos, secretarías,
subsecretarías, jefes, subjefes; integrantes de la pirámide parasitaria. Sacude
estopa mordaz, irónica y sarcástica al orden reglado de la mediocridad.
Lees y vas venciendo la resistencia psicológica, te vas
sintiendo primero un espontáneo, luego un visitante y al final un participante de
la parodia literaria. ¡A tomar vientos la rutina diaria! ¡A tomar vientos lo
racional! ¡Espontaneidad! Si te apetece hacer algo absurdo, hazlo. El mundo
debería ser una fiesta total de la que todos participemos, una exhibición
pirotécnica de luz y color con una hermosa traca final.