lunes, 30 de julio de 2018
lunes, 23 de julio de 2018
VIGÉSIMA PRIMERA MADRUGADA
01:35
Luna llena.
Licántropo; parte superior
del cuerpo semejante a la de un hombre, parte inferior de naturaleza lupina, su
corazón y sus dientes son de lobo. Se transforma quien bebe agua recogida en la
cavidad dejada por la pata de un lobo o quien gira en torno a un árbol caído y
se cubre después con una piel de lobo.
01:45
Luna llena.
Espíritus demoníacos de
almas perversas se convierten en ogros devoradores de personas, beben la sangre
de los vivos y traen las desgracias.
01:55
Luna llena.
Sobre las tumbas de los que
murieron sin recibir el auxilio de los últimos sacramentos, se sientan gatos
negros.
02:00
Luna llena.
Contra el mal de ojo
perejil para espantar al Diablo.
lunes, 16 de julio de 2018
lunes, 9 de julio de 2018
MARÍA POLYDOURI (1902-1930)

En la ciudad griega de Kalamata, pequeña capital del Peloponeso, la tarde
del martes 1 de abril de 1902 «en una preciosa casa, llena de luz» nace María
Polydouri; tercera hija de una familia de clase media formada por el matrimonio
de Eugenios Polydouri, filólogo y profesor de letras, y Kyriaki Markatou, mujer
cultivada, con ideas feministas y avanzadas para la época; que educan a sus
cinco hijos (tres hijas mayores y dos hijos menores) en el ideario progresista
y liberal. Pasa su infancia de paseos solitarios por la playa, atraída por la
contemplación del mar, e inicia sus primeros pasos escolares en los municipios
de Gytheio y Filiatra, donde el padre ejerce su profesión llegando a desempeñar
el cargo de director de un colegio. De vuelta a Kalamata completa con buenas
notas sus estudios de secundaria. Adolescente reflexiva, romántica, con
inquietudes sociales y políticas, se interesa por la literatura; a los 14 años publica
en la revista Famila el poema en
prosa «Dolor de madre», en el que glosa el dolor de una madre ante el cadáver
de su joven hijo, infante de marina, varado en la costa de Filiatra; de ese
mismo período es el poemario Margaritas,
hoy desaparecido e inédito. Tras rechazar emprender los estudios de filología, a
los 16 años, por consejo de su padre, se presenta a unas oposiciones y gana la
plaza de funcionaria en la prefectura de Mesenia. Dos años después, en 1920
pierde a sus padres, ambas muertes (primero la de su padre y luego la de su
madre) se suceden en un espacio de tiempo inferior a los 40 días. El dolor de
esta desdicha a edad tan temprana, teñido a veces de remordimiento (principalmente
por la muerte de su madre), seguirá siempre y marcará su reducida existencia.

María de expresivos ojos, pelo negro, atractivas proporciones y paso elegante,
capta la atención del introvertido e inseguro joven Kostas. En enero de 1922 la
pareja Polydouri-Karyotakis es vox pópuli en los mentideros culturales de
Atenas por aquel entonces una pequeña capital europea, donde todos los que
pertenecían al mundo cultural, de alguna u otra manera, se conocían. El vínculo
(para la tradición íntimo y pasional, y para otros testimonios amistoso y
literario) dura apenas ocho meses, en agosto Karyotakis se entera que padece sífilis,
en esa época una enfermedad maldita e incurable, un estigma social; se lo
comunica a María y, alegando las consecuencias del terrible diagnóstico, decide
romper la relación. Ella se muestra incrédula, piensa que la salud es una
excusa propia de un carácter timorato. Dispuesta a no dejarle marchar responde
con una propuesta arriesgada: casarse sin tener hijos; él, quizás abrumado por
ese temperamento dinámico y rompedor tan diferente al suyo o porque no comparte
el mismo sentimiento amoroso o por un exceso de orgullo responsable, decide rechazar
el sacrificio. Como tantas otras historias de amor apasionado ésta tampoco
tiene un final feliz; ambos mantendrán una amistad que se irá diluyendo poco a
poco hasta quedar confinada en un poético recuerdo.

Queriendo escapar del aburrimiento, del fracaso, del desengaño, pero no
de la vida, del amor y de la poesía, en el verano de 1926 María Polydouri, casi
con una mano delante y otra detrás, se marcha a París. En la Ville Lumiére toma
clases de corte y confección en la Ecole Pigier, se interesa por el destino
editorial de su novela sin obtener fruto alguno; para sobrevivir intenta
trabajar en el cine y en la alta costura, y es bien recibida por la bohemia francesa.
Noches de parranda por bulevares, cafés y salones en compañía de artistas
mundanos (en su mayoría varones), vida alegre y despreocupada. Al filo de un
amanecer encuentran su cuerpo postrado en un solitario callejón parisino. Tos,
fatiga, escalofríos, fiebre, dolor… diagnóstico: tuberculosis. Entre el 1 de
febrero y el 1 de marzo de 1928 permanece internada en el Hospital de la
Charité; los médicos le recomiendan volver a Grecia donde el clima es más
benigno. Adiós a vagar por las calles mojadas, a la tenue lluvia de primavera,
a la nostalgia de los parques, a las risas y los afectos, adiós a la etapa más
feliz de su vida; una mañana oscura, a primeros de marzo de 1928, abandona
París con los sueños rotos; toma un tren rumbo a Marsella y desde allí en barco
viaja a Atenas.

Polydouri, haciendo gala de su carácter, es una paciente revoltosa, sabe
que su existencia se marchita, quiere aprovechar el último aliento de su
juventud, no desea quedarse quieta en una cama esperando a la muerte; sale del
hospital, vuelve a la vida bohemia: bebe, fuma, trasnocha, se baña en el mar,
etc. Ni la familia, ni los amigos pueden protegerla. Rehúsa a luchar contra la
tuberculosis, su salud se deteriora. A finales de 1929 ve la luz su segundo
poemario El eco en el caos, quedan
aún gran cantidad de poemas inéditos. Ante la grave situación en la que se
encuentra la joven poeta, en enero de 1930, con buenas intenciones pero poco
acierto, el poeta y periodista Kostas Ouranis (1890-1953) escribe un extenso
artículo en el periódico apelando a todas las gentes de letras con la finalidad
de “salvar la vida de Polydouri”: recaudar fondos para poder pagar el alto
costo del tratamiento y mejorar la necesaria atención médica en un hospital
privado. Cuando la iniciativa llega a oídos de María, absolutamente indignada, prohíbe
cualquier intento de cuestación en su nombre. Esta llamada de auxilio dio
origen a la idea de que Polydouri fue víctima de la escasez de medios y de la
pobreza por encima de la enfermedad. Con la discreta ayuda de su exnovio
Aristotelis Georgiou, en febrero de 1930 ingresa en la clínica Christomanos
donde continúa su actividad poética, son los últimos versos, las últimas
palabras, el tiempo se consume como su cuerpo agotado física y mentalmente.
Apenas tres meses después, en el amanecer del 29 de abril de 1930, la vida de María
Polydouri llega a su final tras suministrarle unas inyecciones de morfina para
calmar el dolor de la enfermedad y de la existencia.

“Moriré una
mañanita melancólica de abril,
cuando enfrente
se abra, en mi maceta, una tímida rosa
-un retoño-. Y
se cerrarán mis labios
y se cerraran
mis ojos, ellos solos, en silencio
Moriré una
mañanita triste como mi vida,
donde el rocío,
rosario de lágrimas, discurra compasivo
en el santo
suelo que adornará con rosas mis exequias,
en el santo
suelo que será mi cama de muerta.
Cuanto he amado
en los años de mi vida habrá de dispersarse
y esfumarse
lejos de mí: nubes de verano.
Cuanto me ha
amado acudirá tan sólo a saludarme
con un beso
pálido igual que un rayo de luna.
Moriré una
mañanita melancólica de abril.
Mi último
aliento vendrá a decírtelo, y entonces
todo el amor
que te queda será como un candil difuso,
pobre memoria
en el olvido de mi tumba”. (1)
(1)
Poema «Cuando Muera», María Polydouri; Los
trinos que se extinguen. Traducción Juan Manuel Macías; Vaso Roto
Ediciones.
lunes, 2 de julio de 2018
POEMA: “ANOCHECER TRANSPARENTE”.
Anochecer
transparente
el
mundo se rinde al color del cielo
va
perdiendo el insomnio del tiempo
la
esperanza precipitada.
Tocamos
las horas en blanco
soledades
sin nombre
la
nada de loca hermosura.
Hay
otra vida
nos
devuelve a la luz
al
perfume de los almendros
al
bosque de hadas
al
laberinto de las cosas.
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