Heridos por el silencio y la quietud
el ruido y el
movimiento.
Una
ráfaga de dolor,
un
escalofrío momentáneo.
Hambre
de palabras huidas,
desierto
de papel en blanco.
Un
solo suspirar.
Suspirar
un idilio improvisado
que
ponga nombre a los besos en la escarcha.
Suspirar
unas manos
que
acaricien el cuerpo dolorido
ungidas
con el agua de las lágrimas.
Las
hojas caen
se
las lleva el arroyo
a
un país lejano
donde
muere el otoño.