Alejarse con los remordimientos de no haber podido
liberar a las víctimas de su tragedia ni ayudar a los débiles en su desgracia.
Víctimas y débiles que se preguntan: ¿aquellos dioses incapaces de salvarnos
del dolor en el pasado, serán capaces de salvarnos del dolor en el futuro? ¿Dónde
estaban los dioses que no evitaron la destrucción? Huir de las respuestas y de
uno mismo, refugiarse en medio de la desolación, esconderse detrás de un cartel
oxidado que anuncia un pueblo perdido, con calles vacías y más iglesias que
habitantes, donde nunca cambia nada. Lugar perfecto para fundar un hogar y
renacer, construir un nuevo comienzo que dure toda la eternidad, libre de las
viejas reglas, de las viejas costumbres, de las viejas limitaciones, de las
viejas cadenas del destino: libre de una vida sin esperanzas. Ha conocido la
derrota, el fracaso, el sufrimiento, la guerra y la pasión de un hombre que
soñaba que era un dios o la de un dios que soñaba que era un hombre. ¿Qué queda
de la fascinación de un dios cuando deja de existir?, un colosal palacio, sus
tesoros y la soledad.
Sin embargo los dioses nunca mueren, están vivos en el
corazón, el alma y la mente de los mortales; son necesarios, tienen que cumplir
su misión de proteger, servir y dar esperanza a la humanidad; no pueden
renunciar al significado de sus vidas, al legado de su leyenda, no pueden
quedarse en el vacío malgastando su poder. Un gran dios es lo que es y no puede
dejar de ser lo que es, un gran dios no está con los que eligen obedecer o con
los que son demasiado cobardes para luchar, un gran dios desafía a la autoridad
de los poderosos, se opone a su dominio e intereses con la fuerza de su poder.
¡Thor! ¡hijo de Odín, Dios del Trueno que domina el rayo
y la tormenta!, tienes derecho a una segunda oportunidad, vuelve de la muerte,
vuelve del dolor para bien o para mal debes conseguir lo imposible: devolver la
identidad a tu pueblo y reconstruir el panteón de tus dioses en una tierra
donde no son los dioses los que deciden si el tiempo de los hombres ha
terminado, sino los hombres los que deciden si el tiempo de los dioses ha
terminado.