En algunas ciudades viejas actúan salteadores de hombres tristes, les atracan cuando pasean por las aceras de los puentes colgantes, les despojan de la angustia, la soledad y la congoja, quedan desnudos expuestos al sol de la alegría. Hay quien pronto olvida, se recupera y retorna al punto de partida como si nada hubiese pasado. Hay quien queda atrapado en el recuerdo y ríe como los locos sin que nadie le comprenda.