Nadie
camina como tú
por
las callejuelas estrechas
de
esas ciudades grises y lluviosas.
Ningunos
pasos suenan como los tuyos
golpean
los tacones en los adoquines mojados
salpicando
los recuerdos sobre los charcos tristes.
Eco
apagado al doblar cada esquina
errante
en el laberinto de la distancia.
Aquellas
seducciones que nos incitan a vivir
un
sueño antiguo en blanco y negro
construido
de metáforas a ritmo de nostalgia.
Como
lentas gotas de llanto en el silencio
tú
caminas hacia la eternidad
y
yo me alejo.
A
cada paso moriremos los dos
tú
paseando y yo escuchando
notas
graves del adiós
balada
honda de la despedida.