martes, 22 de noviembre de 2016

OCTAVO ATARDECER



19,15       Sentado en la terraza del quiosco del parque deseo que no pase nadie conocido. Soy tímido y estoy solo, no quiero que ahora nadie me saque de mi presente soledad en un atardecer avanzado hacia la noche.

19,25      Unos niños juegan y trepan por el muro de mi silencio llenando el cielo de gritos. ¿Por qué los niños tienen que estar siempre gritando? Hasta las plantas del jardín se tapan los oídos.

19,30      Gritaba yo así también cuando era niño, como un mono copiando los gestos de los hombres.


lunes, 14 de noviembre de 2016

APOTEGMA (89)

La muerte no da segundas oportunidades, no hace prisioneros, cumple su deber con una ética intachable, nunca se traiciona a sí misma.

lunes, 7 de noviembre de 2016

ELISE COWEN (1933-1962)

Pronunciar su nombre, imagen asociada a muchacha poetisa (influencias de Emily Dickinson, T.S. Eliot, Ezra Pound y Dylan Thomas, a quienes recita de memoria), generación beat (mitificación de la cultura norteamericana de los años 50 y 60), cita a pie de página de Allen Ginsberg (pope gafapasta del movimiento beatnik), rebeldía contra el sometimiento familiar y las costumbres restrictivas de la sociedad dominante. Estaba allí, entre los personajes secundarios; cocineras, limpiadoras, mecanógrafas, amigas, compañeras, amantes y esposas. Figura trágica de mujer poeta.

Nacida el 31 de julio de 1933 en Washington Heights, Manhattan (Nueva York); familia judía de clase media producto del sueño americano: la casa perfecta en el barrio perfecto, el trabajo perfecto y, desean, la hija perfecta. Su padre (actor fracasado, comerciante de partituras musicales) y su madre (ama de casa), observaban el ideal de ganarse y mantener la respetabilidad entre los vecinos acomodados del entorno donde viven, Long Island. Popular entre los compañeros; a los 13 o 14 años, Elise, está horneando bizcochos de chocolate para sus amigos, cuando al abrir la puerta del horno estalla una llamarada en su cara chamuscándola el pelo y las cejas; después de este accidente, siempre arrastrará complejo de fea. Por lo demás su adolescencia es tan normal como la de cualquier otra chica. Terminado el colegio, sus padres quieren para ella una educación excepcional en una institución de prestigio y sus calificaciones no se oponen a ello, son lo suficientemente buenas para entrar en el Barnard College (colegio privado femenino de la Universidad de Columbia) y es ahí cuando cambia su vida.

Siendo estudiante del Barnard College, donde se matricula en octubre de 1951, conoce a Leo Skir (escritor y activista pro derechos de los homosexuales), y entra en contacto con otros artistas de la contracultura e intelectuales que conformarían el núcleo beat de la Costa Este. Se hace amiga de Joyce Johnson (escritora, por aquel entonces, Joyce Glassman; luego, entre enero de 1957 y octubre de 1958, pareja sentimental de Jack Kerouac, más tarde casada brevemente con el pintor abstracto James Johnson, muerto en un accidente de motocicleta y de quien heredó el apellido). Alumnas aplicadas de las clases (exclusivamente femeninas) de escritura creativa del Barnard, hacen suyo el principio de su profesor: salir de casa, correr tras sus sueños, tener experiencias y escribir sobre ellas. Elise, a quien sus amigos llaman “Elipse” o a veces “Eclipse”, cuyo segundo nombre es Nada (elección extraña, probablemente de su padre), con el que hace un juego de palabras refiriéndose a sí misma “Elise Nada de Nada Cowen”; vive el primer año en una pensión cerca del campus, luego, a la vuelta de un paréntesis debido a trastornos de su enfermedad psíquica (primer intento de suicidio, aunque ella alega que se había cortado en la bañera con unos vidrios rotos), fija su residencia en la trastienda del apartamento de una mujer rusa: lee mucho, escribe en secreto sin descanso, roba libros de la bibliotecas y librerías porque “es la única forma moral para conseguirlos” y rara vez asiste a clase. Inteligente y culta, su rendimiento académico nunca está a la altura de las expectativas de sus padres lo que origina graves conflictos intergeneracionales, convirtiéndose Elise en el foco de las iras familiares.  

Durante esa etapa de hallazgo personal experimenta con las drogas e inicia su primer vínculo turbador con los hombres. Atraída por el trabajo, el genio y la apostura vital de su profesor de filosofía, Alex Greer, durante algún tiempo mantiene una relación amorosa con él. ¡Qué duda cabe!, Elise adora a Alex ; en cambio para Alex, Elise es una más de sus diversas conquistas; la diferencia con las otras chicas es que ella sirve no sólo como amante sino también como ama de llaves, asistente, cocinera, limpiadora y niñera. Patrón repetido en la siguiente relación que entra en escena. El profesor de psicología Donald Cook le presenta en casa de Alex Greer a Allen Ginsberg. En la cita inaugural, ambos descubren que tienen un conocido mutuo, el poeta dadaísta y escritor Carl Solomon (a quien Ginsberg dedica su poema Aullido), con él habían coincidido, por separado, en diferentes ingresos en el hospital psiquiátrico del estado de Nueva York, donde Solomon permanecía internado voluntariamente; Ginsberg, arrestado por delitos menores, dio con sus huesos en dicha institución mental eludiendo la cárcel, y Elise como resultado de sus episodios maníaco depresivos. Coincidencia providencial, conexión de dos almas gemelas que se reconocen en el espíritu, en las palabras y en los cuerpos. Se cumplen todos los anhelos de adolescente, Elise se enamora al instante. A la primera noche de amor sigue una relación romántica en la primavera y el verano de 1953. Agua de cerrajas; durante este tiempo Ginsberg comienza a explorar sus deseos por los hombres, abrazar la homosexualidad, y la relación se disuelve gradualmente. Elise entra en la escena pública como la última novia del poeta, su mentor, el ejemplo a seguir en lo sagrado y en lo mundano, el hombre con quien siempre se sintió emocionalmente unida y del que nunca supo o pudo desengancharse. Como escribe Joyce Johnson: "Elise era un momento en la vida de Allen”, sin embargo, “en la vida de Elise, Allen era una eternidad”.


Rota la pareja, Allen Ginsberg comienza la relación con Peter Orlovsky (poeta y actor) quien se convierte en su compañero de toda la vida. Sin ningún ánimo de despecho, es posible que por imitación o por la influencia de Ginsberg (él homosexual, ella lesbiana y los dos bisexuales), Elise empieza a salir con una mujer de la que poco se sabe más allá de su seudónimo, Sheila. En febrero de 1956, una y otra pareja (Ginberg/Orlovsky y Elise/Sheila) terminan viviendo juntas, comparten apartamento donde son visitados por amigos comunes y miembros de su entorno. Tanto antes, como durante y después de la relación entre ambas mujeres, Elise continuó frecuentando bares de lesbianas en Nueva York. A la sombra de Ginsberg, punto de enfoque de sus emociones, sufriendo la angustia de un amor que no podía ser correspondido transformado en amistad, Elise descubre el budismo y la mística judía, una posición espiritual que filtra en sus poemas a través de su propia experiencia.

Después de graduarse en el Barnard College, encuentra un empleo como mecanógrafa en una emisora de televisión. Son tiempos de escribir en la noche, botellas de vino tinto barato y cama sin hacer con sábanas sucias. El sentimiento de frustración lleva al exceso de alcohol, bebe para sostenerse, bebe para aguantarse, bebe tanto que es despedida sin ella enterarse, es la policía quien con cajas destempladas la desaloja del puesto de trabajo (más tarde contará a su amigo Leo Skir que uno de los agentes la golpeó en el estómago y la rompió las gafas). Arrestada y detenida, cuando su padre va a recogerla a la comisaría le dice: “Si tu madre se entera de esto, la matará”; de vuelta al hogar de sus padres jura no mencionar el incidente a su madre. Es el momento en el que la brújula de su vida comienza a perder el rumbo. Elise necesita ser independiente, las mujeres de esa época viven con sus padres o novios o maridos, nunca se mueven por su cuenta, se siente vacía, triste y aislada, paranoica dirá el diagnóstico. Toma una decisión audaz: escapa a San Francisco atraída por su creciente escena poético-bohemia de ambiente beat.
  
La idea original de viajar a San Francisco partió de Joyce Johnson, que anhelaba estar más cerca de su novio Jack Kerouac, pero Elise se va sola. En la ciudad californiana vive en una pensión de mala muerte amancebada con un pintor irlandés alcohólico que conoció en un bar. Se queda embarazada, el compañero artista corre escaleras abajo con la misma velocidad que se apaga la luz de su amor (mejor una maestra católica irlandesa que una poetisa loca judía). En su estado actual, toma la decisión de abortar. De las opciones probables sólo hay una posible: como no tiene dinero para someterse a un aborto ilegal en México, intenta un aborto legal “psíquico” o “psiquiátrico”; sin embargo habían pasado varios meses, estaba en una etapa muy avanzada del embarazo y tiene que someterse a una histerectomía (extirpación del útero). Superado el aborto, arruinada, débil, malnutrida, enferma, sus amigos temen por su salud. Regresa a Nueva York y después de otra breve huida a California se instala definitivamente en Manhattan.
 
Una vez en la Gran Manzana, Allen Ginsberg la ayuda a encontrar apartamento que comparte, por breve tiempo, con la poetisa Janine Pommy Vega, con quien entabla amistad: “Ella era la persona más inteligente que he conocido”, diría de Cowen. Y en reciprocidad o por la admiración que le profesa, Elise mecanografía el poema “Kaddish” de Ginsberg, dedicado a la muerte de la madre del poeta, Naomi, una mujer cuya vida estuvo marcada por los problemas mentales; (resulta tentador establecer un paralelismo).

Los daños físicos y psicológicos cada vez más graves, hacen necesario el ingreso de Elise en el Hospital Bellevue con el propósito de recibir tratamiento para la hepatitis y la psicopatía que padece. Desatendiendo las órdenes de los médicos que recomendaban un mínimo de dos semanas de atención hospitalaria, bajo su responsabilidad, firma el alta alegando la excusa de viajar con sus padres a una cura de reposo vacacional en Miami Beach. Retornada al hogar, el 27 de febrero de 1962, abre la ventana del salón (cerrada bajo llave) y se arroja al vació desde un séptimo piso de la Avenida Bennett en Washington Heights. Según el parte de la policía forense: murió en el acto; tenía 28 años y en alguna ocasión había expresado que el suicidio era una alternativa honorable a su propia vida.

Abatidos por la frustración que les había perseguido la última década y turbados por el dolor del terrible desenlace, los padres con la ayuda inestimable de los vecinos (que igual piden la sal que evitan a unos progenitores escandalizarse con las expresiones sobre homosexualidad, consumo de drogas y locura de una hija), destruyeron la mayor parte de los diarios, poemas y escritos de Elise. Quiso la providencia poner a salvo de semejante auto de fe ochenta y tres poemas, escondidos en una caja en un sótano de Minneapolis, que su amigo Leo Skir rescató del armario de Elise cuando acudió a casa de sus padres para dar el pésame. Es el escaso testimonio de su obra que queda, nunca Elise Cowen publicó ninguno de sus trabajos en vida. Poco a poco, en gran parte debido a los esfuerzos de sus amigos, estos apuntes, fragmentos y poemas que datan de 1959/60 se fueron divulgando en diferentes revistas literarias, hasta que en Estados Unidos, Tony Trigilio editó todos sus escritos en un solo volumen bajo el título de “Elise Cowen: Poems and Fragments”.
            
“Muerte, ya llego
espérame.
Sé que estarás
                     en la estación de metro
                     cargado de botas de agua, chubasquero, paraguas, babushka
y una respuesta sencilla
                     para cada significado.
Institución incorruptible,
Atenta aguafiestas de huellas dactilares
Escucha su afirmación:
“Hay una salida entre las coles blancas”. (1)
(Elise Cowen)

"A menudo he pensado que Elise nació demasiado pronto. En un tiempo más tolerante con el comportamiento inconformista de las mujeres podría haber sobrevivido. Elise no podía ocultar lo que era. Ella nunca podía ponerse una máscara, entró y salió del mundo tal como era". Joyce Johnson.

**********
(1) Traducción: Annalisa Marí Pegrum. “Beat Attitude. Antología de mujeres poetas de la generación Beat”