Vivía en la renuncia interior, en el completo desapego, en la abnegación ascética, en la pobreza voluntaria y en la aceptación de las injurias. Mató la voluntad servil, escapó de las oscuras catacumbas de la esclavitud y blasfemó de la sociedad humana hasta quedar convertido en un género de secuoya con mil años de antigüedad.