lunes, 27 de junio de 2016

ATTILA JÓZSEF (1905-1937)

Vanguardista, de orientación social y revolucionaria, el origen humilde y popular predispone al impulso rebelde; precursor de la poesía socialista mundial (considerado “el gran poeta proletario”). Símbolo de la conciencia que libraba la batalla perdida contra el totalitarismo (percibe los signos del infierno humano que propiciarán la II Guerra Mundial). Poetiza la pobreza, el sufrimiento, da cobijo al amor, a las causas nobles, a la esperanza en la salvación de la humanidad. Portavoz de los derechos humanos y los valores universales.

Bajo la fe ortodoxa, en el distrito más pobre de Ferencváros un barrio proletario de Budapest, nace el 11 de abril de 1905, el tercer hijo del empleado en una fábrica de jabón Aron József, obrero errante rumano (de Transilvania en la región del Banato), y de Borbála Pöcze, campesina analfabeta húngara (de la localidad de Szabadszallas en Cumania). Le anteceden en el rango familiar dos hermanas mayores, Eta y Jolán. Apenas Attila ha cumplido los tres años, en 1908, el padre abandona a la familia; en un principio, por las preferencias que había expresado, todo el entorno cree que ha emigrado a Estados Unidos, pero finalmente su lugar de destino será Rumanía. Duro golpe que les aboca a la pobreza extrema: la madre apenas puede mantener a sus tres hijos, ni pagar el alquiler del pequeño habitáculo donde viven. Atendidos por la asistencia pública, en 1910 los niños son tomados al cuidado de la Liga Nacional de Protección de la Infancia que decide enviar a los dos más pequeños, Etelka y Attila, a un hogar de acogida en Öcsöd. Adoptados por unos campesinos ignorantes, son obligados a trabajar en la granja (como hacen los hijos de los aldeanos pobres del campo), cuidando cerdos en unas condiciones tan lamentables que los niños se escapan, y producto de este acto son devueltos a su madre en Budapest, corre el año 1912. De vuelta al hogar, una habitación húmeda e insalubre; bregando para mantenerse a flote en la miseria, la madre suministra las necesidades básicas a la familia trabajando de la mañana a la noche, lavando, limpiando y realizando labores domésticas ocasionales en casas ajenas. Sin vigilancia la infancia de József trascurre vagabunda. Inscrito en el segundo grado de la escuela primaria, en el libro de lectura de tercer grado halla la interesante historia del rey Attila. La biografía del rey de los hunos –confiesa- no sólo le interesa porque él se llama igual, sino porque los padres adoptivos, después de un conciliábulo con los vecinos, habían llegado a la conclusión de que Attila no existía y decidieron llamarle por otro nombre (un diminutivo de Iván); ese acto le llenó de estupor, como si su propia existencia se pusiera en duda. El descubrimiento del Rey Attila ejerce en el muchacho una influencia decisiva sobre su orientación personal, le enseña a reflexionar, a escuchar las opiniones ajenas y pasarlas por el tamiz de la propia experiencia, a fin de cuentas, a ello se debe su interés por la literatura. El nombre de Attila lo eligió su padre (estando embarazada su madre), después de haber soñado que su hijo sería el conquistador del mundo, por lo que insistió en llamar al bebé como el rey de los hunos; el nombre fue su única herencia paterna.


En 1914 estalla la I Guerra Mundial. La suerte de la familia empeora. El muchacho tiene que hacer cola frente a las tiendas de víveres, a veces “tomaba el turno a las 9 de la noche y a las 7,30 de la mañana, cuando llegaba mi número, se reían en mis narices diciéndome que ya no había grasa”. Ayuda a su madre como puede: vende agua en el cinematógrafo Világ, para calentarse roba carbón y madera en la estación de Ferencváros, confecciona juguetes con papeles de colores y se los vende a los niños más afortunados que él, lleva cestas y paquetes al mercado, etc. Vivencias de una infancia traumática que atormentará su carácter el resto de su vida.


11 años tiene el mozuelo cuando se fecha (1916) su primer poema del que queda constancia. Dos años después (1918) terminada la Gran Guerra, el vasto Imperio austrohúngaro ya no existe, Hungría se encamina a un régimen totalitario nacionalista. Gracias a la Acción Real para las Vacaciones de los Niños, pasa unas vacaciones de verano en Abazia. En ese tiempo la madre ya evidencia los graves síntomas de su enfermedad. De regreso a Budapest, vende periódicos y pan, comercia con sellos y luego con billetes blancos y azules como un aprendiz de banquero (en la época de la inflación que se produjo en la Hungría de la post-guerra, circulaban dos tipos diferentes de billetes, unos blancos y otros azules, los primeros tenían más valor que los segundos y la gente especula con ellos). Entre tanto, sin apenas haber asistido a las clases, pasa los exámenes de grado en la escuela primaria y del curso complementario, y se gradúa. Durante las navidades de 1919, víctima del exceso de trabajo, las privaciones y un cáncer de útero, fallece su madre con 43 años. Una vez más las circunstancias arrastran. El Servicio de Huérfanos nombra como tutor legal a su cuñado Ödön Makai, empleado de banca primero y luego abogado independiente, desposado contra la opinión de su familia con Jolán la hermana mayor de Attila. El adolescente se muda a vivir con sus hermanos, quienes gozan de una posición desahogada y pueden pagarle los gastos de la educación en una escuela secundaria. Entretiene la primavera y el verano, trabajando a bordo de las barcazas de la compañía Atlántica que navegan por el Danubio. Con la llegada del nuevo curso, su tutor y el doctor Sándor Glesswein le envían al seminario católico de los Hermanos Salesianos en Nyergesújfalu; debido a su condición de ortodoxo sólo permanece en el centro quince días en total, de allí le trasladan al colegio Demke en Makó (pequeña ciudad al sur de Hungría), donde obtiene una plaza gratuita. Como viene siendo costumbre, también ocupa el verano de 1920 desarrollando una actividad laboral, da clases en Mezóhegyes a cambio de comida y alojamiento.


 Siendo aún estudiante de secundaria (sólo tiene 17 años), en 1922 publica sus primeros poemas en la revista “Nyugat” (bandera húngara del modernismo), y en diciembre aparece su primer poemario: “Mendigo de la belleza”, avala la edición un prólogo escrito por el reputado poeta Gyula Juhász (1883-1937). El volumen revela una naturaleza esencialmente dulce y tierna, sus temas principales son el amor y una profunda compasión por los pobres. Muestra un arte precoz en la versificación, se le considera un niño prodigio, un joven brillante, inteligente y con talento inusitado; sin embargo, torturado por sus demonios, él sólo se ve como un huérfano desvalido, frágil y vulnerable, sin nadie que le aconseje y le guíe. Comienza a dar síntomas de trastornos ocasionados por las carencias afectivas: la falta de cariño, la necesidad de lazos familiares, la dolorosa consciencia de la privación tanto material como emocional que las circunstancias sociales nunca le habían permitido tener, (había intentado suicidarse en varias ocasiones, una de ellas a la edad de 9 años). Termina el sexto grado con la mención de sobresaliente. Abandona el colegio y trabaja en Kiszombor como obrero agrícola, jornalero y luego preceptor. Aconsejado por dos de sus profesores, al año siguiente, en 1923, se presenta como alumno independiente al examen de bachillerato. Realiza los exámenes de séptimo y octavo grado de una sola vez, termina el curso adelantando a sus antiguos condiscípulos. Sin embargo, debido a la escasez de tiempo para estudiar, se lamenta: “los resultados son buenos en el examen de séptimo grado y notas mediocres en el de octavo grado”.

 
En enero de 1924, como consecuencia del poema “El rebelde Cristo” (publicado en un periódico de izquierdas), es juzgado por blasfemo y condenado a ocho meses de prisión y una multa de 200.000 coronas. A la estela del juicio, el nombre del poeta se hace ampliamente conocido y finalmente el Tribunal Supremo le absuelve. Por aquel tiempo se gana la vida trabajando de vendedor en una librería de Budapest y de contable en un banco, donde sufre el abuso laboral y la incomprensión de los compañeros; desencantado decide encontrar una profesión relacionada con la literatura que le permitiera ser escritor. Ante la insistencia de familiares y amigos en septiembre se matricula en la Facultad de Letras de la Universidad de Szeged, con el firme propósito de convertirse en maestro de escuela secundaria estudia húngaro, lengua francesa y filosofía. Paga el alojamiento con los honorarios de los poemas que publica. La intención es buena y el plan también pero el destino agridulce. En marzo de 1925 sorprende a la crítica con la publicación de su segundo poemario “No soy yo quien grita”. El volumen incluye el poema “Corazón puro” que provoca muestras de rechazo en los gustos burgueses del profesorado, en concreto entra en conflicto categórico con el influyente profesor de lingüística húngara, Antal Horger. Determinado no apto para la enseñanza, “a un hombre que escribe semejantes cosas, nosotros no podríamos confiarle la educación de las generaciones futuras”, acaba su sueño de convertirse en maestro, es expulsado de la universidad. Ironías de la vida, el poema incriminatorio pronto se vuelve célebre, siete artículos le son dedicados, alguno de ellos como el de la prestigiosa revista “Nyugat” le califica de “testimonio de toda la generación de post-guerra, modelo de la nueva poesía”. Desde ese momento la hojarasca despeja el camino, las circunstancias obligan a intentar, una vez más, ganarse la vida con la poesía. Con ayuda del mecenas Lajos Hatvany (un rico industrial que dedicó toda su vida a dar apoyo moral y financiero a los artistas y escritores - especialmente poetas - talentosos e innovadores del panorama cultural húngaro), en otoño, con 30 chelines en el bolsillo, marcha a Viena y se inscribe en la Universidad de dicha ciudad. Para mantenerse, ejerce múltiples oficios ocasionales: vende periódicos a la entrada del Rathaus-Keller, sirve limonada en salas de cine, realiza la limpieza de los locales de la Academia Húngara, hasta que el director, Antal Lábán, se entera y pone fin a aquello, ordena que le proporcionen la comida en el Collegium Hungaricum y le consigue un trabajo impartiendo clases particulares a los hijos del director del Banco Anglo-Austríaco. En sus ratos libres, frecuenta los cafés donde conoce a otros emigrantes húngaros, como el filósofo marxista George Lukács o los vanguardistas Lajos Kassák y Tíbor Déry inspiradores de la revista “Dokumentum” de Budapest y la revista “Hoy”, que influyen en su poesía. Entabla amistad con Andor Németh, catorce años mayor que él, que es de los primeros en reconocer la importancia de su talento y siempre estará a su lado. Experimenta con el expresionismo y el surrealismo, aunque paradójicamente se expresa con mayor libertad dentro de las formas tradicionales. La estancia en Viena le ayuda a mejorar el alemán.


En el verano de 1926 vuelve a Budapest y en otoño se marcha a París. Estudia literatura francesa en la Sorbona. Profundiza en el surrealismo y descubre la obra de François Villon (célebre bardo francés del siglo XV, arquetipo de todos los poetas golfos). Bohemio por obligación, vive en condiciones siempre precarias. Igual que en Viena, se relaciona con los círculos de la emigración húngara militante, conoce, entre otros, a Imre Cserépfalvi, quien luego será su editor.  Lee a Hegel, a Marx, a Lenin y las obras clásicas del anarquismo, tras lo que se afilia por breve tiempo a la Unión Anarco-Comunista. Escribe algunos poemas en francés, aunando la inspiración popular húngara y la surrealista gala, que publican varias revistas francesas. A principios de 1927 entra en contacto con la sección húngara del PCF. En verano pasa casi dos meses en la Costa Azul, en Cagnes-sur-Mer (entonces un pueblecito de pescadores de los Alpes Marítimos). Al inicio del curso, se ve obligado a interrumpir sus estudios debido a dificultades materiales. Regresa a Budapest y durante dos semestres asiste de forma independiente a los cursos de la Facultad de Letras de la Universidad de dicha ciudad, sin presentarse a los exámenes. Emprende la empresa de traducir a François Villon. Su vida sentimental parece encontrar la felicidad, mantiene una relación con Márta Vago, mujer de sólida formación cultural, hija de ricos burgueses (su padre, József Vago, era un destacado economista). La familia de la joven profesa puntos de vista abiertos, modernos y socialistas pero duda de la solidez del noviazgo. En otoño de 1928, Márta se traslada a Londres para proseguir estudios de economía: el amor no resiste la prueba de la prolongada separación, además, ella llega a la conclusión de que Attila es incapaz de asegurar las condiciones mínimas para formar una familia. La ruptura con Márta (que ejercía una gran influencia intelectual sobre Attila) socaba su débil estabilidad psicológica. Hasta que la salud se lo permite, trabaja en el departamento de correspondencia húngara y francesa del Instituto del Comercio Exterior. Comienza a mostrar síntomas de esquizofrenia (posiblemente padece lo que hoy se conoce como “trastorno límite de la personalidad”); él mismo reconoce los signos de la dolencia mental, pide la baja por enfermedad e ingresa en un sanatorio. Sometido a tratamiento, comprende que siendo tan joven no puede permanecer condenado a trabajar en una oficina. Superada la crisis, renuncia a su trabajo para vivir exclusivamente de la literatura. En 1929 Publica su tercer libro de poemas: “Con el corazón puro”.


Por encima de la aceptación de unos ideales comunistas, su lealtad incondicional a la clase obrera, su personal búsqueda de pertenencia a algo y su deseo de participar en política, le llevan a afiliarse en 1930 al clandestino e ilegal Partido Comunista Húngaro; donde encuentra la aceptación de una comunidad compacta y conoce a Judit Szántó, militante comunista, que será su novia durante cinco años. Como es lógico, acompasados con el momento, sus poemas se impregnan de la acción política; esforzándose por alejarse del panfletismo acrítico, denuncia el capitalismo, analiza porqué las condiciones sociales imperantes deben ser mejoradas y arroja consignas revolucionarias. En 1931 publica la colección de poemas “Derriba el capital, no protestes”; la fiscalía actúa, Attila József es acusado de intento de subversión y la obra confiscada. No terminan aquí las denuncias: en colaboración con otros escritores húngaros, difunde un folleto en protesta contra la ejecución de Imre Salai y Sandor Furst, dos líderes del Partido Comunista; esta acción le supone una nueva acusación. En octubre de ese mismo año 1932, después de publicar el primer y único número de la revista “Valóság” (Realidad) que él mismo dirige, ve la luz su quinta colección de poemas “Noche en el arrabal”, donde describe el mundo desolado de los suburbios: fábricas grises, almacenes oscuros, terrenos baldíos, trenes pesados… tristeza sin brillo. Preludio de su período de madurez poética.


Debido a la falta de entendimiento con sus camaradas, a causa de su espíritu independiente y rebelde (piensa que ninguna dictadura puede conciliarse con el socialismo), la idea avanzada a su tiempo de fusionar a Freud y Marx (más que un pecado político, una herejía a los ojos de los teóricos de Moscú) y su propuesta de formar con los socialdemócratas (considerados “traidores” al movimiento obrero) un Frente Unido contra el nazismo, mal recibida por las mentes pensantes de los líderes del Partido, le granjea la sospecha de “desviacionista”. A principios del año 1933 rompe sus vínculos con el Partido Comunista (aún se discute si fue expulsado o lo abandonó voluntariamente). Paradojas de la vida, la idea de Frente Popular que se convierte en la línea correcta a seguir aprobada por la Internacional Comunista de 1935, parte de las mismas razones esgrimidas por Attila József. En verano escribe “Oda”, poema de amor dedicado a una joven que conoció en una conferencia de escritores. Su personalidad le impide vincularse a nada. “Apoyado en un razonamiento claro, que no le abandona ni siquiera cuando ya estaba luchando en la batalla final contra el colapso mental”, reconoce su posición marginada en la sociedad. Se siente solo, desarraigado, tiene la sensación de que nadie le puede ayudar porque no es amado, pesadumbre que le ha acompañado siempre. Abatido, en el año 1934 pasa una temporada con su hermana menor y publica la selección de poemas “La danza del oso”.


En marzo de 1936 se involucra en la creación de la revista literaria de izquierdas “Szép Szó” (Bonita palabra o la palabra hermosa). Como coeditor de la misma, a través de un amigo libretista, conoce a Béla Bartók, encuentro que le hizo muy feliz. En verano se consuma la separación definitiva de Judit. “Duele mucho”, el último de sus poemarios, se publica en diciembre. Antes de acabar el año, su enfermedad empeora, se somete a terapia, es el inicio de un continuo entrar y salir del sanatorio. 


Estamos en los primeros meses de 1937, la revista “Szép Szó” invita a Thomas Mann a dar una conferencia en Budapest, Attila József escribe un poema en su honor, pero unas pocas horas antes de la celebración del acto la policía prohíbe su lectura. Nada nuevo, otro varapalo anímico, uno más. El 4 de noviembre, alarmadas por el deterioro de su estado psíquico, las hermanas se lo llevan al pueblo de Balatonszárszó, en el campo, con la loable intención de que recupere la salud más fácilmente. Sin embargo ha perdido su agarre al mundo, no es culpa de los demás, ni sirve la autocompasión, el destino lo ha elegido así. La noche del 3 de diciembre de 1937, deprimido, enfermo, cansado y desilusionado encuentra la muerte, a los 32 años, bajo las ruedas de la locomotora de un tren de carga. El tonto del pueblo, un representante de ventas y un conductor fueron testigos de la tragedia. (La versión más extendida es que en un acceso de desesperación se suicidó, aunque algunos expertos creen que pudo tratarse de un atropello fruto de un descuido). Sobre la mesa de su habitación queda un libro abierto de poemas de Víctor Hugo y los últimos versos escritos tres días antes de su fallecimiento: “Fugaces recuerdos”.

“Fugaces recuerdos, ¿en dónde desaparecisteis?
Mi corazón, pesaroso, quiere echarse a llorar.
Ya no puedo vivir sin vosotros 
Lo que mis manos tocan no tocan ya mis manos
¿Acaso no soy digno de jugar otro poco
¡Frágiles mariposas, venid, volad aquí!
Fugaces recuerdos, soldaditos de plomo
que tanto anhelé otrora
y cuyas bayonetas supe enderezar.
¡Turcos, bóers, venid, rodeadme aquí!
¡Oh, cañoncitos, formad las baterías!

Tan pesaroso está mi corazón…¡Ay, defendedme!”.

                                                                                          (Versión Eva Tóthâ)


Su tumba se encuentra en el cementerio de Kerepesi en Budapest.

lunes, 20 de junio de 2016

POEMA: “EXTRAÑO LUGAR EL DE UNO MISMO”.

Extraño lugar el de uno mismo
equipado de recuerdos que se van agotando
como la luz sagrada de la linterna que ilumina el rincón oscuro
entristecido por el viento de la noche.

¿Por qué debería soportar esta soledad del paisaje presente
en el presente de la soledad, tentadores labios, sin un suspiro que me abrace?

Fábulas de pecado aparecen y desaparecen,
tras el espejo,
jugando al escondite con el deseo de pureza
esa idea del loco entregado a la esperanza.

Se puede renacer escuchando la música de la lluvia
los sonidos redimen cuando se quedan mirando el silencio
abaten todas las tristezas cuando se desprenden del peso de la carne.

Sermones pálidos de humildad e inocencia
se perdió el cofre que guarda el corazón del mundo

No es el retumbar de la tierra
es el diablo que llora acurrucado
en el hueco de la puerta.

lunes, 13 de junio de 2016

CUARTA NOCHE



22,00     Volver hacia atrás, convertirme en el niño que quise ser y no me dejaron. Elegir cuál es tu caballo, cuál es tu pradera y cuál es la estrella bajo la que poner a descansar cada noche tus sueños. Entonces, aún habría una próxima vez.

22,05      El tiempo deforma el derecho a la caída libre, al pecado, que sólo fue un monstruo deforme acechando al  franco albedrío de los buenos sentimientos.

22,07      Llevar un registro donde anotar los más de dos milenios de miedos atrapados. Una historia de secuelas de la no decisión.

22,09     Vagamente incómodos leen los ojos privados de cualquier piedad o misericordia, buscando el orden del universo. Acostados sobre nubes de seda esperan el final del último poema. 


  

lunes, 6 de junio de 2016

CUENTO ÍNFIMO.21

A menudo paso por la calle donde ella vive. Me detengo a mirar cuidadoso los viejos balcones del austero edificio; y, apenas iluminada por la tenue luz del ocaso, tendida desnuda sobre la cama, me parece ver en su habitación a la joven de mirada triste y sonrisa brillante.