Está lloviendo,
el mundo no te gusta,
desfallece el cuerpo
y duele el alma.
¿Qué hacer?
Te refugias en la música,
en la poesía,
en el arte,
en la belleza.
Apartas el miedo a soñar
con lo que nunca será tuyo.
No te quedan otros ecos.
Te desangras robando amparo
a las desdichas cotidianas.