miércoles, 30 de septiembre de 2015

GRANT MORRISON & PAUL DINI; “BATMAN. LA RESURRECCIÓN DE RA´S AL GHUL”.



Desaparecen dos científicos ecologistas cuando estudiaban el comportamiento extraño de las polillas: residen en lugares donde no debían hacerlo y viven más tiempo rompiendo la frontera de su ciclo vital. Desafiar las leyes conocidas de la ciencia es la tentación de los necios. Los caminos del Tao están presentes, permanecen activos, uno puede sentirlos, oírlos por todas partes, aunque la gente rara vez escucha cuando el mundo habla. El camino está sembrado de preguntas, dudas y respuestas. ¿Qué derecho tenemos de negar a los seres queridos difuntos su intención de volver a la vida y qué derecho de vivir nosotros mientras ellos están muertos? ¿Qué derecho tenemos de perturbar el orden natural de las cosas? Desafiar el mapa de la inmortalidad supone ir más allá de la supervivencia de la mente a la descomposición de la carne. Renacer, dejar atrás todos los vínculos con el pasado, bañarse en el legendario manantial de la eterna juventud, morada de los maestros de las mejores escuelas de artes marciales de la historia, y salir renovado física y mentalmente hasta llegar al borde de la locura con riesgo de caer en ella. Buenos o malos todos somos la suma de nuestras partes.

Un caminante entre los espectros del subsuelo, un sin cuerpo en la noche interminable ha regresado a este mundo para combatir al viejo enemigo del hombre: la muerte, y ajustar cuentas con Batman. (A pesar del tiempo transcurrido nada cambia en este mundo, ni el odio, ni el amor). Figura mefistofélica, frío, calculador e inteligente, buen espadachín, mezcla poderes ancestrales con técnicas del futuro; ciencia y fe. Ambicioso iluminado, sus planes, ¡oh, sorpresa!, dominar el mundo con el fin de salvarlo de la raza humana, eliminar al 90% de la humanidad provocando un desastre ecológico y dejar sólo aquéllos que son dignos de vivir bajo su mandato, de someterse a sus órdenes, a su reinado totalitario. (El hombre superior sabe cuando callarse y hacer lo que se le dice, el hombre superior sabe cumplir con su deber). Como todo buen tirano quiere liberar para someter.

Dicen que cuando el viejo fantasma de las montañas traiga la muerte a la ciudad cambiante, se aproximará el fin del mundo. Dice también la leyenda que para restaurar el cuerpo se necesita poseer la fuerza vital, cobrar la sangre de la misma sangre, los genes de los mismos genes; un cuerpo que no sólo le sirva de anfitrión, que comparta ADN y le devuelva completamente a la vida. Cuando se vive mucho tiempo, cuando se roza la inmortalidad los sentimientos de los simples mortales quedan superados. Como todo buen demonio utiliza la tentación, a cambio del continente que envuelva su contenido inmortal ofrece el poder y el dinero, ¡no es suficiente!, ofrece comprar el alma, ¡no es suficiente!, ofrece el chantaje sentimental, devolver la vida a los seres queridos; pero se impone la honestidad, la lealtad, el destino de una madre, sufrir por ello, proteger sin piedad al hijo repelente, grosero, mal educado, sin modales ni vergüenza que nadie soporta. El amor de madre está por encima de cualquier ritual al que el hijo esté condenado, por mucho que ese ritual suponga la supervivencia eterna de fuerzas mayores. Aunque no está hecho el superhéroe para atender los deberes paternofiliales, está para salvar al mundo; si se consigue compaginar las dos funciones unidas por una causa común, se reparte estopa a destajo. A un cadáver vuelto a la vida no se le puede matar con una espada, ni con una bala, sólo la putrefacción puede acabar con él, poco a poco, en silencio. Todas las cosas de este mundo son perecederas.

Se puede salvar la vida mortal torciendo la voluntad del destino, sin mancillar el santuario del alma por las ambiciones de inmortalidad, lucha feroz, desigual, entre el bien y el mal. Un combate que llega hasta el fin pervirtiendo el equilibrio entre la vida y la muerte. Y cuando todo parece en calma surge una nueva mente criminal con sus perversas obsesiones.