Desaparecen dos científicos
ecologistas cuando estudiaban el comportamiento extraño de las polillas: residen
en lugares donde no debían hacerlo y viven más tiempo rompiendo la frontera de
su ciclo vital. Desafiar las leyes conocidas de la ciencia es la tentación de
los necios. Los caminos del Tao están presentes, permanecen activos, uno puede
sentirlos, oírlos por todas partes, aunque la gente rara vez escucha cuando el
mundo habla. El camino está sembrado de preguntas, dudas y respuestas. ¿Qué
derecho tenemos de negar a los seres queridos difuntos su intención de volver a
la vida y qué derecho de vivir nosotros mientras ellos están muertos? ¿Qué
derecho tenemos de perturbar el orden natural de las cosas? Desafiar el mapa de
la inmortalidad supone ir más allá de la supervivencia de la mente a la
descomposición de la carne. Renacer, dejar atrás todos los vínculos con el
pasado, bañarse en el legendario manantial de la eterna juventud, morada de los
maestros de las mejores escuelas de artes marciales de la historia, y salir
renovado física y mentalmente hasta llegar al borde de la locura con riesgo de
caer en ella. Buenos o malos todos somos la suma de nuestras partes.
Un caminante entre los
espectros del subsuelo, un sin cuerpo en la noche interminable ha regresado a
este mundo para combatir al viejo enemigo del hombre: la muerte, y ajustar
cuentas con Batman. (A pesar del tiempo transcurrido nada cambia en este mundo,
ni el odio, ni el amor). Figura mefistofélica, frío, calculador e inteligente,
buen espadachín, mezcla poderes ancestrales con técnicas del futuro; ciencia y
fe. Ambicioso iluminado, sus planes, ¡oh, sorpresa!, dominar el mundo con el
fin de salvarlo de la raza humana, eliminar al 90% de la humanidad provocando un
desastre ecológico y dejar sólo aquéllos que son dignos de vivir bajo su
mandato, de someterse a sus órdenes, a su reinado totalitario. (El hombre
superior sabe cuando callarse y hacer lo que se le dice, el hombre superior
sabe cumplir con su deber). Como todo buen tirano quiere liberar para someter.
Dicen que cuando el viejo fantasma
de las montañas traiga la muerte a la ciudad cambiante, se aproximará el fin
del mundo. Dice también la leyenda que para restaurar el cuerpo se necesita
poseer la fuerza vital, cobrar la sangre de la misma sangre, los genes de los
mismos genes; un cuerpo que no sólo le sirva de anfitrión, que comparta ADN y
le devuelva completamente a la vida. Cuando se vive mucho tiempo, cuando se
roza la inmortalidad los sentimientos de los simples mortales quedan superados.
Como todo buen demonio utiliza la tentación, a cambio del continente que
envuelva su contenido inmortal ofrece el poder y el dinero, ¡no es suficiente!,
ofrece comprar el alma, ¡no es suficiente!, ofrece el chantaje sentimental,
devolver la vida a los seres queridos; pero se impone la honestidad, la
lealtad, el destino de una madre, sufrir por ello, proteger sin piedad al hijo
repelente, grosero, mal educado, sin modales ni vergüenza que nadie soporta. El
amor de madre está por encima de cualquier ritual al que el hijo esté
condenado, por mucho que ese ritual suponga la supervivencia eterna de fuerzas
mayores. Aunque no está hecho el superhéroe para atender los deberes paternofiliales,
está para salvar al mundo; si se consigue compaginar las dos funciones unidas
por una causa común, se reparte estopa a destajo. A un cadáver vuelto a la vida
no se le puede matar con una espada, ni con una bala, sólo la putrefacción
puede acabar con él, poco a poco, en silencio. Todas las cosas de este mundo
son perecederas.
Se puede salvar la vida
mortal torciendo la voluntad del destino, sin mancillar el santuario del alma
por las ambiciones de inmortalidad, lucha feroz, desigual, entre el bien y el
mal. Un combate que llega hasta el fin pervirtiendo el equilibrio entre la vida
y la muerte. Y cuando todo parece en calma surge una nueva mente criminal con
sus perversas obsesiones.