A Mercedes
Nunca iremos juntos
a cruzar los puentes
recoletos
sobre los canales
en el ocaso.
Ni a vagar por calles
nutridas de
máscaras y glorias humanas.
Ni a jugar en plazas
donde crecen mundos
en ruinas.
Ni a descansar a la sombra piadosa
de las cúpulas
sagradas.
Nunca iremos juntos
a visitar los
palacios imperiales
de augusta
soberbia.
Ni a rezar en pequeñas iglesias
alumbradas, en la
noche, con lámparas de aceite.
Ni a charlar en viejos cafés
de rumores sutiles
y espejos vaporosos.
Ni a pasear por parques
de cedros
centenarios, fuentes y lagos.
No viajaremos juntos
a las repúblicas
del arte y la belleza
donde las vírgenes
gozan de los favores de los dioses
y los marineros
rinden culto al canto de las sirenas.
Te debo un viaje
a la luz de los
espejismos de la memoria,
lejos de la culpa,
la desdicha y la tristeza
y me hiere, amor,
saber
que no tengo vida
suficiente
para poder pagártelo.