Corroídos
por la codicia
pecadores
contradictorios
cobardes,
indecisos
sibaritas,
avaros
pródigos,
iracundos
usureros.
Sodomitas
de los derechos públicos
guardianes
serviles de la blasfemia
fraudulentos,
traficantes, hipócritas
sembradores
de discordia
traidores.
Cínicos
resentidos,
réprobos
del ombligo de leviatán
desgarran
unos a otros a tarascadas
los
remordimientos de la conciencia
impíos.
Sombras
mordidas por serpientes
roban la
integridad de las almas
enmugrecen
el juicio inocente
pudren
la buena voluntad
estupidez,
vanidad, orgullo
egoísmo
frío y cruel.
En
ninguno de sus rostros aparece la vergüenza
aún cuando
nombren a Dios
no
comprenden las palabras
“os
amaréis los unos a los otros”
¡Es
mentira!
¡No nos
aman!
¡Ningún
miserable ama a su prójimo!