En vela toda la noche,
hablando, fumando, tarareando antiguas canciones bajo la luna enjoyada, ojo que
todo lo ve, somos nosotros acariciando con temor a los pájaros díscolos de la
mente, luchando por salir de la oscuridad, por no rendirse a la pesadilla,
ignorando la advertencia que transmite el mensaje didáctico de los hechos más
horribles de los cuentos, momentos de libertad interna, la primera huida de un
vagabundo.
Florecen extraños faros,
gurús semejantes a dioses enganchados a un frío y blanco cosmos de neón. La
imagen de la utopía: confianza en el universo humano, perspectiva de un tiempo
sin dolor, dulce, suave y aterciopelado matadero de fantasmas. El yo se quema
recreando el mundo en el que se quieren ver las cosas como son y no como
parecen. La duda fresca, sin marchitar, se cuela por los rincones en blanco y
negro, pregunta sobre el amor, el odio o el juego de la vida, ¿cómo
podemos?...¿cómo podemos?...¿se es demasiado joven para ser viejo o se es
demasiado viejo para ser joven?
Es un problema estar vivo,
nada se mantiene constante, todo cambia a medida que avanza la existencia. Dios
retuerce cruel e inútilmente la vida, modifica el curso de los ámbitos,
estrangula el despertar de las almas más remotas, revela una verdad
exageradamente horrible de la que nadie consigue escapar: el arte no puede
salvarnos de nuestro propio destino, las palabras no consiguen domesticar la
tristeza, el lamento no cura la soledad y la memoria conserva la mirada
maligna.
Escritos, grabaciones,
papeles, encontrados aquí y allá, revueltos, descuidados en cualquier parte;
perturbados por aquello que los ojos ocultan y no explican, un espacio de
supervivencia donde se esconden los hijos de la soledad. Obsesiones de un
rebelde ególatra, vitalista iluminado, voz de adolescente reprimido, soldado
veterano de las guerras del rock and roll. Llamada poética que da vueltas
alrededor de las visiones interminables: tristeza, soledad, amor, herida y
muerte. Todo sucede y vuelve a suceder mientras se espera que la limpia muerte
llegue, el futuro se construye con el mensaje de los disconformes que convoca a
encontrar credenciales salvadoras, cuasi milagros de sonrisa sincera, que nos
ayuden a buscar una respuesta verdadera y no otro nuevo-viejo camino más.