Quien nada es, nada hace.
Contemplo la lluvia
a la espera de los días soleados,
cuento las gotas al caer.
Una,
dos,
tres
Soy un espíritu roto
por la experiencia de la traición.
Cuatro,
cinco,
seis
Se desvanecen
en el ruido del amor
las voces de la venganza
pintadas sobre mis pasos.
Siete,
ocho,
nueve
La piedad guarda el disfraz del dolor
en la gruta profunda
donde cuelgan los años.
D
i
e
z
Si hubiese sido yo
abrazado por la palabra…
Si, sobre todo,
hubiese visto
brillar la sinceridad en cada frase…
Sabe Dios por qué,
seguramente,
hubiese perdonado.