Despertar del sueño
inducido a la realidad de una terrible pesadilla. Volver a la vida y
encontrarse rodeado de muerte viviente: no es lo mismo un vivo retornado de la
antesala de la muerte, que un muerto emergido del sótano de la muerte como si
estuviera vivo. Muertos vivientes campando a sus anchas por una tierra
desolada, poblando en masa las avenidas de las ciudades convertidas en
monstruosos cementerios vivientes (a fin de cuentas todo cementerio tiene
aspecto de ciudad inmóvil y toda ciudad tiene aspecto de cementerio dinámico),
otrora hombres y mujeres, jóvenes y viejos que sintieron miedo, frío y hambre,
ciudadanos que han tenido detrás pequeñas y grandes historias, hay quien piensa
que son víctimas de una enfermedad curable, la esperanza se resiste al drama de
perder seres queridos. Cadavéricos, caridescompuestos, tenebrosos, andrajosos,
corrompidos, asquerosos, se les denomina caminantes, merodeadores, vampiros
mordedores, a quien le clavan el diente ¡kaputt! está perdido se transfigura en
uno de ellos; zombis putrefactos de los que no se conoce nada, ni donde
surgieron, ni como se desarrollaron, ni el porqué de su afán caníbal, sólo se
sabe que se comen a los vivos, son depredadores: quieren lo que quieren, toman
lo que quieren y cuando consiguen lo que quieren se quedan contentos poquísimo
tiempo, luego quieren más, viven en la continua insatisfacción como muchos
humanos. Se mezclan las estampas, los encuadres narrativos, las intenciones de
los no-muertos y de los no-vivos, marcan la diferencia los matices, la vida
siempre regala más variedad de matices que la muerte.
El apocalipsis sobrevino
sin anunciarse, al menos nadie oyó sus trompetas, en el sinsentido cotidiano la
gente no presta atención a lo importante, sólo está preocupada de sus propias
mierdas. Cuando todo empezó se buscaron refugios seguros, hospitales, iglesias,
escuelas, cuarteles, ministerios, los edificios fueron insuficientes, nada
protegía, nada pudo hacer la policía y nada se sabía del ejército. Se cortaron
las líneas de comunicación, no había equipos de rescate, no existía ningún tipo
de organización y mucho menos de resistencia. La máxima “vive la vida como si
fuera el último día” se hace realidad y es horrible. Sobrevivir a la tragedia,
a la locura del que está muerto vive y el que vive está muerto, o ellos o
nosotros, nosotros vivimos con ellos y ellos no viven con nosotros, se nos
meriendan, nos vampirizan. La protección es imprescindible, un arma es la mejor
salvaguarda individual, los muertos vivientes no necesitan armas, hay pues
abundancia de armas para los vivos; las armas no sólo descabezan zombis,
también consuman venganzas e imponen el orden. Casquería sangrienta sin
remilgos que asegura la existencia de la especie.
Las situaciones extremas
generan conflictos personales, interrelaciones dolorosas, cambian a las
personas (la vida es cambio, la muerte no), el pacífico se vuelve violento, el
justo implacable, el amable intolerante, el generoso egoísta. El sujeto se
descubre a sí mismo para bien o para mal, saca lo mejor o lo peor del animal
que lleva dentro. Cuando el peligro acecha se pone en evidencia la lucha contra
las miserias del alma humana. Mantenerse unidos, juntos, en grupo, la salvación
de las presas reside en la manada. Compartir el trauma de ver como el mundo se
desmorona con todas sus seguridades, cuestiones nimias del vivir diario se
convierten en vitales, los pequeños placeres perdidos incrementan su significado.
La anómala situación es difícil de digerir. Se cuestionan las relaciones
sociales, los convencionalismos, las pautas de comportamiento. Pero los seres
humanos gozan de la capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia. Una vez
perdidos los referentes se empieza desde cero a construir una nueva sociedad
con nuevas reglas. Se aprende a desarrollar habilidades para las que no se
estaba ni preparado ni destinado. La mente humana elabora herramientas que
gestionan la vida que le ha tocado vivir de la mejor manera posible.
Popular comic convertido en exitosa serie de televisión. Obra que genera empatía, identificación no tanto con los personajes como con su situación de perros verdes. Vivimos rodeados de zombis, ¿usted puede ser uno de ellos?