De Villarino de los Aires (Salamanca), sólo o en compañía de otros pintores al MoMA de Nueva York, el MNCA Reina Sofía de Madrid, la Biblioteca Nacional de París, salas de arte y exposiciones de menor nombradía; periodista audiovisual y escrito, agitador cultural, artista plástico y por encima de ello o por todo ello poeta. José Miguel Ullán es (hago uso intencionado del presente) un poeta con una voz personal, personalísima y una mirada sugestiva, impregnadas ambas de vida y verdad, fiel a un estilo arriesgado, audaz, valiente, de atrevido y radical vanguardismo; construye profundas filigranas de palabras, laberintos léxicos que bien parecen juegos de niños, trabalenguas, jeroglíficos, sopas de letras, crucigramas, puntos de scrabble; percepciones del vértigo, gorjeos contra el tedio, la apatía, la pereza lectora y el confort intelectual; ponche de ácido lisérgico poético que hiperactiva el cerebro, antioxidante neuronal elaborado en una túrmix mezclando materiales heterogéneos: artes plásticas, fotografías, dibujos, garabatos primitivos, ancestrales churretones de tinta, tachaduras, recortes, caligrafía china y literatura mestiza de lo clásico a lo popular, de lo exquisito a lo coloquial, de la complejidad filosófica o filológica a la sencillez linda de lo vulgar: letras de bolero, frases de pintadas callejeras, estrofas de canciones top 10, expresiones bárbaras, lenguajes manidos, pescado envuelto en papel de periódico cohabitando armónico junto a oraciones rotas, claroscuros alfabéticos, deconstrucción, intertextualidad, figuras estilísticas, hermetismo, abstracción, creatividad desbordante que puede resultar indescifrable; lo lees una vez, dos veces, lo vuelves y vuelves a leer, leer y releer antes de pasar página buscándole un sentido hasta que abrumado desistes y sólo permanece la primera impresión, la que cuenta, la verdadera, el alfa que provocó el omega. Te choca, pronto te sorprende, luego te desorienta, (si se es capaz de continuar) más tarde te atrapa y al final te deslumbra.
Hay poesía que se ve con los ojos de la cara, del alma, del corazón y de la inteligencia, para leer con la complicidad del agrado personal, que posiblemente no sea del gusto de un público mayoritario, pero de una riqueza artística que engrandece el patrimonio cultural de una sociedad, de una lengua y de un pueblo que desea considerarse asimismo como civilizado.
Hay poesía que se ve con los ojos de la cara, del alma, del corazón y de la inteligencia, para leer con la complicidad del agrado personal, que posiblemente no sea del gusto de un público mayoritario, pero de una riqueza artística que engrandece el patrimonio cultural de una sociedad, de una lengua y de un pueblo que desea considerarse asimismo como civilizado.